Día por Capítulos, Historias por Años. Una de tantas...

Día por Capítulos, Historias por Años.
Una de tantas y poco conocidas…


Hoy, nueve de la mañana del día trece de enero.

Es un día lluvioso, como otro cualquiera. Me visto mis vaqueros ceñidos, me pongo un jersey gordito con el que no pasaré frío en todo el día y me enfundo en mis Katiuscas, listas para pisar charcos, pero antes de salir de casa me tomo una magdalena recién hecha y le doy un beso a mi madre como señal de agradecimiento.
No hay nada más que abrir los ojos y mojarte la cara para ver el maravilloso día que hace, los árboles verdes, la hierba creciendo alrededor de las pequeñas flores que aún sobreviven al duro invierno y las gotas de agua que van cayendo lentamente por mi cara, mientras me voy despertando antes de subirme de nuevo en el autobús escolar dispuesta a empezar un nuevo día. Me subo al autobús, busco con los ojos un asiento libre al lado de alguna ventana, me siento, cojo mi libro y me pongo a leer, sin preocuparme de la gente que me rodea, me quedo absorta en la historia, siendo yo aquel pirata que surca los mares y atraca a la buena gente, sin importarle sus nombres y centrando su pensamiento en el ron y en los tesoros. Empiezo a escuchar de nuevo voces a mí alrededor, y de repente, silencio. Me doy cuenta de que el autobús ya ha recorrido su trayecto y de que ya estoy en el colegio, recojo apresuradamente todas mis cosas y bajo corriendo del autobús para no llegar tarde a clase. Nada más entrar, libero mis brazos, tirando todas las mis pertenencias sobre la mesa, y me siento e intento leer un poco más antes de que llegue la profesora a clase y comience la rutina.Toca el timbre, mis compañeros van entrando progresivamente en la clase, uno detrás de otro, como una cadena de hormigas obreras cuya única función es trabajar para una reina, la profesora. Carmen entra en clase, yo me apresuro a recoger todas las cosas de la mesa y quitar mis apuntes de historia del Renacimiento. La mañana se me pasa sin darme cuenta y cuando empiezo a ser consciente de lo que estamos dando en clase de biología ya toca el timbre final que nos indica que volvemos a ser libres y todos salen corriendo en manada. Yo, por el contrario, me lo tomo con más calma, ya que hoy mi madre me va a venir a buscar al instituto porque tengo que ir hasta la ciudad a por algún material y mamá además tiene que hacer algunos recados.


Preciosa historia, ¿verdad? Pena que no sea cierta, ya que yo simplemente soy una niña delante de un ordenador y con una imaginación infinita, puesto que soñar es libre, ¿no?

Mi vida es poco interesante y se podría resumir en días delante de un ordenador y horas para los libro. Es increíble como poco a poco las cosas van evolucionando, cambiando y nadie se molesta en preguntarse que es lo que dejamos atrás. Un día sin darme cuanta comencé a escribir este relato, uno de tantos que empiezo y que no llego a acabar. Cada vez los niños pequeños tienen menos imaginación y los adultos menos memoria, si perdemos aquellos que nos hace ser conscientes de lo que somos, ¿Qué seremos? Difícil pregunta, verdad.
Os voy a contar mi vida de la manera en la que yo la vivo y en la forma en la que el mundo me ve…Todo cambia. Tu también.

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