Publicamos el primer relato de nuestro Blog.

Beatriz Alonso nos ha enviado este relato. Como ella, también nosotros esperamos que os guste. A ver si alguien más se anima a enviarnos sus creaciones.

Javier esta noche no era capaz de conciliar el sueño. Se trataba de una noche mágica, y a su vez de las más frías que se pudiera recordar. Entre las sábanas observaba el techo y a los lados en busca de algún signo de movimiento. Pero nada se escuchaba, nada se veía. Se fijó en sus regordetas manos abriendo las palmas y le recordó a anteayer, cuando le preguntara gente adulta cuantos años acababa de cumplir y él con una amplia sonrisa abriera la palma de su mano izquierda. Eso es, cinco años. De repente, su corazón se sobresaltó y se irguió rápidamente de la cama y puso rumbo a la puerta de su habitación, la cual estaba cerrada, y apoyó su pequeña cabeza de pelo lacio contra ella para poder escuchar mejor lo que ocurría tras ella con detenimiento. Falsa alarma. El ruido de la cisterna y un bostezo claramente procedente de su hermano mayor hizo que la esperanza e ilusión se esfumasen de su pequeño cuerpo. Eso era él, algo diminuto. Y así se sentía a comparación de su hermano de nueve años.

Javier, de nuevo en cama notaba como cada vez le pesaban más los párpados. Su esfuerzo para mantenerlos abiertos era notoria, pero era consciente que le quedaba muy poco para adentrarse en sus míticos sueños, en los cuales él era un pirata, pero no uno cualquiera. Él era un pirata admirado y respetado por todos, temible y a su vez valiente. Y eso sí, con la mejor tripulación de todo el país.
-¡Javier!
Se sobresaltó. Obviamente estaba dormido. Frunció el ceño. Era su madre.
-Vete al salón. Puede que estuviera adormilado… pero en su rostro se dibujó súbitamente una sonrisa de oreja a oreja. Eso quería decir que el momento que tanto anhelaba había llegado al fin.
-¡Javi! ¡Javi!
Su hermano acababa de entrar a su cuarto dando brincos de la felicidad.
-Hola Bruno.
-¡Sal de cama! Bueno… si te apetece… total ya sabes que tienes carbón…
Su hermano le dedicó de esas sonrisas más sarcásticas de su repertorio. Y a cortos pasos se alejó de la vista de Javier y su madre.
-No le hagas caso, hijo.-Lo intento animar su madre, ya que había reparado en el desdén que mostraba.
Javier no respondió. Simplemente se encogió de hombros enfurruñado. En su cabeza se imaginaba a él abriendo los regalos de navidad con su Actionman y a Bruno poniéndole cara de indiferencia pensando que el regalo (sin abrir todavía )que le pertenecía sería mil veces mejor que el suyo simplemente por tener un tamaño considerablemente mayor. Una vez desenvuelto, se daría cuenta que su contenido no sería ni más ni menos, que una caja enorme de carbón. Pero peor aún, ¡Carbón no comestible!
-¿Y ahora porqué sonríes?
Javier negó con la cabeza como si nada hubiera pasado. Pero al parecer sus labios habían dibujado una pequeña y maliciosa sonrisa. Su madre lo cogió en su regazo y lo llevó hasta el salón. Allí estaba el árbol de navidad, lleno a sus pies de muchos regalos. Entonces fue cuando Javier habló olvidándose de su enfado:
-Mamá, ¿Papá Noel no se habrá equivocado?
-No te entiendo hijo.
-Sí, ¿Y los demás niños qué?
Puso sus manos en los bolsillos y se giró hacia su hermano. Se sentía superior a él. Porque a diferencia de Bruno, se preocupaba por los demás. Y le gustaba mucho recalcar esa virtud siempre que tenía ocasión y demostrárselo al mundo.
-No te preocupes. Papá Noel tiene para todos.

Extrañamente, Bruno sintió la necesidad de portarse bien con su hermano. Al fin y al cabo no se divertía jugando él solo al otro lado del salón. De hecho parecía que Javier se divertía solo tranquilamente jugando con su Actionman. Se acercó a él y Javier se encogió de hombros e intento esconder su juguete, pensando que su hermano quería arrebatárselo de las manos. Pero para su sorpresa, Bruno le ofreció jugar con él. Javier frunció el ceño e intentó poner cara de enfadado (la cual duró poco, ya que pronto levantó los brazos y lo abrazó).
Y así, en aquella noche mágica, aquella noche de Navidad. Los dos hermanos olvidaron sus indiferencias.

Fdo: Beatriz Alonso .

¡Feliz navidad a todos!


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